Imposible olvidar aquella primera vez, los cuerpos cercanos, la
mirada fija primero, como conectando el mutuo deseo, para luego
nublarse y entrecerrarse en señal de búsqueda y entrega, la
percepción del calor de la piel a la distancia, los cachetes rojos,
la respiración agitada por el deseo y el temor de no saber. Y
finalmente el roce, el primer contacto de los labios algo cerrados
hasta que el deseo vence al temor. Y allí el estallido, la
profundidad de la humedad, la pulpa jugosa, el gusto del ser amado y
la sensación de que el mundo entero nos aplaude.
El primer beso es inolvidable y nos marca para siempre. Pero la
emoción se repite en cada nueva relación. ¿Cómo besará? ¿Le gustará
cómo beso? ¿Nos gustará su forma de besar?
mirada fija primero, como conectando el mutuo deseo, para luego
nublarse y entrecerrarse en señal de búsqueda y entrega, la
percepción del calor de la piel a la distancia, los cachetes rojos,
la respiración agitada por el deseo y el temor de no saber. Y
finalmente el roce, el primer contacto de los labios algo cerrados
hasta que el deseo vence al temor. Y allí el estallido, la
profundidad de la humedad, la pulpa jugosa, el gusto del ser amado y
la sensación de que el mundo entero nos aplaude.
El primer beso es inolvidable y nos marca para siempre. Pero la
emoción se repite en cada nueva relación. ¿Cómo besará? ¿Le gustará
cómo beso? ¿Nos gustará su forma de besar?
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