lunes, 11 de noviembre de 2013

UNA PASIÓN INCONDICIONAL

Siempre hay un momento de silencio y paz, una pasión incondicional antes de ponerme a tocar.
 Me siento en el borde del crujiente banco, cierro los ojos e inspiro sentimientos, sueños, recuerdos, ilusiones... Pongo los dedos en las teclas, frías pero tan suaves...
Toda la energía contenida en mi sale gradualmente y viaja hacia la punta de mis dedos. Adoro escuchar el eco de cada nota rellenando el silencio de la habitación, mi corazón se llena de alegría y de tristeza con el trascurso de las canciones. 
Estos momentos son de los más preciados en mi vida, en los que soy capaz de crear mi propio mundo, sentir la brisa en una montaña verde y frondosa o en una playa desierta. En el momento que empleo toda mi energía en tocar una nota, siento mi cuerpo y mi alma, liberados de la vida diaria, la rutina. Momento en el que me desnudo, emocionalmente y aparece la parte más sincera de mi, que sin pudor confiesa todo ante las teclas de un piano, transformándolo en algo llamado música.

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